El problema de productividad de Venezuela, por Juan Nagel
Por
Juan Nagel | 23 de julio, 2012
Aun cuando gran parte del mundo desarrollado está
atascado en un crecimiento lento o directamente en una recesión, hace unos días
Venezuela exhibió cifras saludables de su Producto Interno Bruto (PIB). De
acuerdo con el Banco Central, el PIB creció 5,6% en el primer trimestre del
año, superando
a Brasil, México y Colombia e igualando a Chile. Algunas autoridades de
gobierno citadas anónimamente en The
Wall Street Journal esperan que el PIB en general aumente en 5% en
2012.
Esta es una muy buena noticia, especialmente
después que el país se vio severamente afectado por la crisis económica de
2008-2009. Desafortunadamente, este aumento repentino en el crecimiento no va a
durar.
Puesto que se aproximan elecciones
presidenciales, el gobierno ha estado haciendo fuertes gastos. Aunque no se
rinde cuenta de las grandes cantidades de egresos gracias a la contabilidad
fiscal desafortunadamente oscura de Venezuela, sí sabemos que el gobierno continúa emitiendo deuda y subiendo los límites de ella a pesar de que los precios del petróleo
han llegado a un alto nivel histórico. The Economist pronostica
que el déficit presupuestario superará el 6,7% del PIB este año.
El gasto durante un auge petrolero puede ser una
buena forma de ganar elecciones y, sin duda, ayuda a proporcionar un alza
temporal en las cifras del PIB. Pero ayuda muy poco a la productividad del
país.
Desde hace largo tiempo se entiende que la productividad
—la que se define a grandes rasgos como el valor de los bienes y servicios que
produce el trabajador promedio— es el motor principal del crecimiento
sostenido. El aumento de la productividad contribuye a explicar por qué algunos
países crecen más rápido que otros durante largos períodos de tiempo, y por qué
algunos países son más ricos que otros.
Hay diversas formas en que aquellos a cargo de
las políticas pueden tener un impacto positivo en la productividad. Por
ejemplo, al aumentar el capital se eleva generalmente la productividad, por la
simple razón de que el capital permite que los trabajadores añadan más valor a
sus procesos de producción. En forma similar, una mejor infraestructura tiene
un impacto positivo en la productividad, como lo tiene la educación, un mayor
acceso a la tecnología y una burocracia simplificada para los negocios.
Una
investigación que hicieron tres destacados economistas venezolanos (Leonardo
Vera, José Manuel Puente, y Pável Gómez) detalla los desafíos que enfrenta
Venezuela en su búsqueda por elevar la productividad. Además de los factores
como la infraestructura, la educación y la tecnología, los autores citaban la
creciente propensión del país hacia un tipo de cambio sobrevaluado, como
también los procesos políticos del país y las prioridades (negativas) de los
principales actores políticos.
Una mirada rápida a los sectores que están
contribuyendo a esta reciente tanda de crecimiento indica que ésta no está
basada en incrementos palpables de productividad. Las cifras del crecimiento
las están dando cuatro componentes principales: la construcción pública, los
servicios financieros, las comunicaciones y el comercio minorista. Todo esto está
relacionado con un aumento en el gasto de gobierno. Es poco probable que estas
industrias formen la base de un crecimiento futuro. La razón principal de por
qué los trabajadores en estos sectores parecieran ser más productivos se debe
al dinero del petróleo que anda circulando, el cual permite que empresas de
telefonía móvil vendan más artículos importados y que los bancos ofrezcan más
servicios. Una vez que el precio del petróleo revierta a la media, estos
incrementos de productividad desaparecerán, y el PIB se estancará.
Se me vino a la memoria el desafío de
productividad de Venezuela en un viaje reciente a Caracas. El avión tuvo un
retraso de más de una hora porque la aerolínea tuvo problemas para conseguir un
repuesto para la nave; en parte debido a los controles de divisas de Venezuela.
Una vez que aterrizamos, tuvimos que esperar una
hora más por el equipaje. El tráfico vehicular en la ciudad tomó otras dos
horas. En total, un viaje de una hora se convirtió en una odisea de seis horas.
Mientras tanto, nuestro taxista sólo podía esperar en el aeropuerto. No podía
volver a la ciudad debido al tránsito, y nosotros no podíamos tomar otro taxi
debido a problemas de seguridad.
En el mundo desarrollado, el amigo taxista habría
hecho varias carreras de un lado a otro desde el aeropuerto. Podría haber
verificado las condiciones de tránsito y luego haber revisado a qué hora
aterrizaría el avión. Pero en Venezuela, eso es casi imposible.
Las historias abundan. La gente hace cola durante
horas sólo para cobrar un cheque. Conseguir las divisas para que su compañía
importe materias primas esenciales demora semanas, si no meses; una mayoría de
empresas tiene departamentos completos dedicados a hacer el papeleo. Durante la
era Chávez, todos estos obstáculos burocráticos han empeorado.
Los venezolanos se han vuelto perceptiblemente
menos productivos en los últimos 12 años. Y, sin embargo, el PIB sigue
creciendo.
El secreto para el crecimiento económico en la
era Chávez es simple: siéntese sobre algo que todo el mundo quiera, véndalo a
un precio que esté subiendo constantemente y gaste sus ganancias en forma
generosa. Esto no tiene nada que ver con ser mejor en su trabajo.
***
Artículo publicado originalmente en inglés en
Foreign Policy
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