Crisis venezolana: la única salida es la productividad
Encuestas recientes sugieren que la
inflación y el desabastecimiento preocupan más a los venezolanos que el alto
grado de inseguridad pública. DW habló con dos analistas sobre la crisis
económica que sacude a ese país.
Cuando la agencia de clasificación crediticia
Fitch rebajó la calificación de la deuda venezolana de B+ a B el 25 de marzo,
nadie en ese país suramericano pareció percatarse del anuncio. Por lo demás,
los analistas de Fitch no contaban nada que los venezolanos no supieran ya. En
esa tierra rica en petróleo, nociones abstractas como estanflación, desarrollo
económico negativo e inestabilidad macroeconómica son sufridas en
carne propia por cada vez más personas. Un breve repaso de lo acontecido en el
último mes basta para entrever la gravedad de la situación que se vive en
Venezuela.
Un mes en la economía de Venezuela
La oposición venezolana acusó al Gobierno de
Nicolás Maduro de ocultar las tasas de inflación con fines políticos.
El Banco Central de Venezuela informó –con dos
semanas de retraso– que la inflación se había acentuado un 4,1 por ciento en
marzo. La oposición venezolana demandó mayor transparencia en la administración
de las finanzas públicas y acusó al Gobierno, presidido por Nicolás Maduro, de
ocultar con fines políticos tanto las tasas de inflación mensual e interanual
como los indicadores de desabastecimiento en el mercado.
Venezuela cerró el año 2013 con una inflación del
56,4 por ciento –la más alta del continente– y, frente a una cifra como esa, el
reciente aumento del 30 por ciento en el salario mínimo y las jubilaciones no
ofrecería gran consuelo.
Extraoficialmente, se prevé una inflación de por
los menos 60 por ciento para 2014 en Venezuela.
La devaluación de la moneda nacional y el dinero
inorgánico imprimido para financiar el déficit público llevaron a prever
extraoficialmente una inflación de por lo menos 60 por ciento para 2014.
Maduro, quien atribuye la inflación y la escasez de productos de primera
necesidad a sus “enemigos externos e internos”, ordenó arrestar a dieciséis
empresarios por infringir la ley que limita el margen de ganancia comercial a
un 30 por ciento.
Tras cumplirse el undécimo aniversario del férreo
control de cambios vigente, grandes fábricas de alimentos paralizaron sus
producciones por el fuerte retraso en la asignación de divisas para la compra
de materias primas, periódicos centenarios redujeron el número de sus páginas y
temen desaparecer por falta de papel, y varias aerolíneas extranjeras
suspendieron o minimizaron sus operaciones en el país.
El alto costo de hacer lo correcto
En una entrevista previa con DW, Víctor M.
Mijares, del Instituto Alemán de Estudios Globales y Regionales (GIGA),
sostenía que Maduro no propondría soluciones racionales para estos problemas
por temor al costo político de las mismas. Pero, ¿qué tan improbable es que las
circunstancias obliguen al Gobierno venezolano a implementar las medidas
económicas necesarias para poner coto a la crisis nacional?
Maduro atribuye el desabastecimiento a sus
“enemigos externos e internos” y a una “guerra económica”.
“Sondeos de opinión recientes sugieren que los
problemas económicos del país han vuelto a convertirse en la principal
preocupación de los ciudadanos, incluso por encima del tema de la inseguridad
pública. No faltará quien diga que eso se debe al descenso de los índices de
violencia criminal, pero los indicadores refutan esa afirmación. La otra
interpretación posible es que la gente se ha acostumbrado a vivir con la
inseguridad, pero no con la mengua de su capacidad de compra ni con el
agravamiento de la escasez”, sostiene Mijares.
“Una encuesta revela que, al contrario de lo que
ocurría cuando Hugo Chávez estaba en el poder, ahora los ciudadanos le
reprochan los males de la economía directamente a la figura del
presidente.(...) Y como los políticos venezolanos prestan una atención casi
obsesiva a las encuestas, cabe predecir que Maduro intentará frenar el
deterioro de la economía para detener la caída de su popularidad”, concede
Mijares.
“Las decisiones que toma el Gobierno no sólo
dependen de Maduro; éstas vienen precedidas por un largo proceso de
negociación, formal e informal, no solamente con el empresariado local y los
políticos opositores, sino también con los otros actores de alto rango de la
jerarquía chavista. El diálogo en el palacio presidencial ha comenzado a
marginar abiertamente a los agentes radicalizados del chavismo y el
antichavismo, quienes perciben el acercamiento entre Gobierno y oposición como
una capitulación”, cuenta el investigador del GIGA.
“En los foros virtuales del chavismo,
comentaristas de ultraizquierda denuncian lo que a sus ojos es un pacto entre
las élites del chavismo y la oposición para restaurar el paradigma previo al
modelo económico socialista promovido por Chávez. En realidad, lo que el
Gobierno está haciendo es tratar de crear un espacio para convivir
pacíficamente con el empresariado, que, aunque severamente golpeado, todavía
tiene capacidad productiva para abastecer al mercado y resolver el problema de
la escasez”, asegura Mijares.
“La meta es aumentar la productividad”
Mijares: “El actual partido de Gobierno dañó
estructuralmente la poca economía privada que había en Venezuela”.
“La meta es aumentar la productividad”, subraya
el especialista del GIGA, recordando que Venezuela es el país latinoamericano
con el índice de crecimiento más bajo. La Comisión Económica para América
Latina y el Caribe le augura un -0,5 por ciento de desarrollo para 2014.
“Venezuela tiene un diseño institucional y constitucional extremadamente
estatista. Y, por concentrar tanto poder en sus manos, el Estado es la
instancia más susceptible de cometer grandes errores y de infligir los daños
más serios a la economía”, acota el politólogo.
“Eso fue lo que pasó: en función de consolidar su
control político, el actual partido de Gobierno dañó estructuralmente la poca
economía privada que había en Venezuela y ahora el país está pagando las
consecuencias de ello”, señala Mijares. Por su parte, Björn van Roye, experto
en políticas macroeconómicas del Instituto para la Economía Mundial (IFW) de
Kiel, opina que el desarrollo exhibido por Estados vecinos permite intuir todo
lo que Venezuela podría alcanzar si contara con un modelo económico eficiente.
Van Roye: “En Brasil, el crecimiento económico ha
ido de la mano de la estabilización política”.
“En Brasil, Colombia y Perú, por ejemplo, el
crecimiento económico ha ido de la mano de la estabilización política. La
crisis que sacude a Venezuela tiene un catalizador económico que no debe
desestimarse. La inflexible economía de planificación centralizada y la marcada
tendencia intervencionista del Estado asfixian al empresariado. Y la
inseguridad jurídica de las inversiones espanta al capital extranjero. Todo
esto hace de Venezuela un país poco atractivo para los inversionistas”, agrega
el economista del IFW.
“A mi juicio, para ver una mejoría en Venezuela
bastaría con suspender la excesiva interferencia del Estado en la
economía nacional. Yo ni siquiera sugiero que el Estado retroceda y se retire
por completo, sino que deje de intensificar su intervención en ese ámbito.
Lamentablemente, lo que hace es lo contrario: imponer más controles, más
limitaciones y más subvenciones que generan distorsiones flagrantes. Como
muestra, un botón: mientras el litro de gasolina cuesta 10 céntimos de euro, un
litro de agua cuesta 1,20 euros”, explica van Roye.
“Estas distorsiones afectan principalmente a
aquellos con menos recursos económicos. Además, estas prácticas estatistas no
son sostenibles. Bastará que la crisis ruso-ucraniana se atenúe y los precios
del barril de petróleo bajen de 100 a 80 dólares para que el Estado venezolano
sufra grandes pérdidas. Las arcas de Venezuela deben empezar a llenarse de
nuevo con las ganancias que genera la economía privada; la gente debe empezar a
ganar dinero de nuevo y evitar depender del gasto público”, apunta van Roye.
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